Quisiera poder escribir sin dolor, sin rabia y sin impotencia. Pero es imposible que al día de hoy en España o en cualquier parte del Universo o del Mundo Mundial como diría nuestra querida Mafalda, alguien que haya podido escuchar y leer la “Sentencia de La Manada” y que sea un ser humano, con principios y con humanidad, se preste a estar sin rabia y a querer esta sociedad para sus hijos e hijas.
Si nos ponemos delante del televisor o de cualquier medio de comunicación, así como, nos conectamos a cualquier red social, observamos como la sociedad ha ido degenerando en una sociedad falta de humanidad, de principios y donde está todo permitido porque la propia normativa creada por “personas o por seres humanos” ha conllevado a estar incluso por debajo del fango. Aquí yo aplicaría el que “cuánto tienes, cuánto vales”.
En una sociedad crispada, donde los valores se han perdido, y no digo con ello que haya que estar todo el día con el don y el doña en la boca, porque la falta de respeto es otra cosa y es exactamente lo que nuestros políticos han hecho o han conllevado a que se haga. Los valores se pierden cuando, al parecer, todo esta permitido según quién sea. Me refiero a que esos valores, por los que nos consideramos superiores a cualquier “depredador” están decayendo, y esos “depredadores” se están haciendo con el poder y con nuestra sociedad. Donde al parecer nos tratan a gran parte de la sociedad, como objetos.
Estos depredadores o estos “delincuentes depredadores” se están haciendo con cualquiera de los poderes del Estado Español y que son:
- El poder legislativo, que consiste en la capacidad de hacer leyes.
- El poder ejecutivo, que consiste en la capacidad de gobernar, es decir, poner las leyes en práctica.
- El poder judicial, que consiste en la capacidad de juzgar si las leyes se cumplen o no y aplicar sanciones cuando sea necesario.
Y hay un cuarto poder, no reconocido como tal pero que existe, que es el de la “comunicación o el de la información”.
No me he presentado aunque muchos me conocen, mi nombre es Mª Teresa Rodríguez Cabrera, nací el 1 de octubre de 1973, cuento con 44 años, soy Licenciada en Derecho y empresaria. Soy hermana de mi hermano, e hija de mi madre y de mi padre, que nos parieron y nos criaron con muchos sacrificios y como mejor pudieron. Y por supuesto soy mujer.
Nuestros padres trabajaron con sus manos porque no tenían estudios superiores, ni tenían mangas ni apellidos para trabajar en ningún puesto que se daba a dedo o se heredaba. Nos enseñaron educación y respeto por la otra persona fuera cual fuere su condición, a decir usted a los mayores, a levantarnos y ceder el sitio o el lugar a otras personas que lo necesitara (embarazadas, personas mayores, discapacitados….). Y también ayudaba que nuestro entorno era el uso y la costumbre la educación, así como, el saber estar.
Nos enseñaron que vivir en el campo no nos hacían magos (despectivamente), sino que era todo lo contrario, nos enseñaron que donde mejor se vive es en la tierra, nos enseñaron a amar a los animales y a la tierra; a entender y a querer a las gotas de lluvia, a comprender la furia del viento, que era necesario para que los árboles fueran más fuerte y nos diera mejor fruta.
Nos enseñaron nuestros abuelos que de pena no se vive y que el animal hay que matarlo muchas veces para poder sobrevivir. Pero que al animal hay que tratarlo con respeto, no se puede ensañar con ellos. Pero si un animal probaba la sangre, había que matarlo, porque ya no era bueno para estar junto al resto de los animales y de las personas que lo rodeaban.
Nos enseñaron nuestros abuelos que “la ciudad” es un campo más, porque somos rurales. Que el tema de “magos y magas” era un tema de “según como se mire” y el punto de vista. Nos enseñaron el respeto para con todos, daba igual su condición social, nos enseñaron que todos somos iguales y que no valía más el rico que el pobre, el del apellido que el del nombrete. Y me enseño mi abuela a que no me creyera inferior a nadie pero tampoco superior.
Mi madre me enseñó a saber trabajar la casa, a saber ser independiente porque no sería eterna, eran y son sus palabras “aprendan que yo no soy eterna”. Mi padre me enseñó a estudiar, a no ser tan vaga cuando tenía capacidad para hacer lo que quisiera. Me enseño con su brusquedad a que tenía que decir con la mano adiós y no pedir a ningún hombre dinero. Nuestros padres nos enseñaron a ser independientes, a no depender de nadie.
Mis padres nos enseñaron a ser iguales en la casa y a tratar por igual a los de fuera de la casa. Nos enseñaron que no es más rico el que más tiene sino el que menos le hace falta, que no nos hace falta la cartera llena y apretada porque todos morimos, y este mundo, lo hereda otro. Mis padres nos enseñaron educación y el “maestro” nos enseñó la lección de clase. En clase “aprendíamos” los ríos, los montes, inglés, mates,….
Y los compañeros nos enseñaban a defendernos, por ser chica o chico no ibas a escapar tan fácilmente del “mal trato entre compañeros”. Un cachetón, una piedra, jugar al quema ropa, jugar a las cartas, al parchis, hacer trampas… etc.., eso es lo que te enseñaban los compañeros, a defenderte y a reinventar los juegos. A pensar y seguir siendo tan amigos con risas y más risas.
La chola o la zapatilla es otro “personaje” importante en nuestra infancia, nos enseñó que como hiciéramos algo mal, te iba a enseñar modales y a no volver a portarte mal. Y si lo volvías a hacer (reincidente), la intensidad crecía. Con lo cual, la reincidencia no existía.
Esa es la diferencia en la actualidad. Los padres no educan, mandan a los hijos a la escuela y en la escuela no pueden aprender si no están educados. Si insultan a la maestra, si quieren tocar a una niña, si le pegan a otro niño…. Y esos padres creen que sus hijos son educados porque van al colegio de pago o porque dicen usted, don y doña, pero son simplemente una cara B, la cara A es otra. Los maestros y maestras, van a hacer su trabajo, van al colegio, muertos de miedo, porque muchas veces los amenazan esos padres. Y bueno, si los padres tienen apellidos, les insinúan a esos maestros que claro que su hijo o hija, deben no tener en cuenta ciertos actos o actitudes.
Como han podido denotar, procedo de una familia normal y corriente de los años 70 y 80, simplemente trabajadores y pre jubilados con 57 años porque la crisis aceleró su jubilación. Se me olvidaba de decir, mi padre autónomo y mi madre ama de casa. Mis padres tienen una pensión conjunta de 700 euros y cuentan con 65 años en la actualidad. Y para ellos no ha habido ayuda, para ellos no ha existido sino el levantarse cada día de madrugada, trabajar sin descanso, dar a sus hijos una educación y decirnos una y otra vez que no se faltara el respeto a nadie, pero que nadie nos faltara el respeto a nosotros. Que estudiáramos para educarnos y que cualquier trabajo era válido. Porque el trabajo no es deshonra sino nos honra.
Me decanté por el derecho con 11 años, cursaba 6º de EGB, una época que no la cambio por nada, porque he tenido una infancia y adolescencia llenas de sueños e inquietudes por la vida, donde la cama la aprovecho en la noche y en el día, desde las 7 de la mañana estoy en pie y cuando la pila se me ha descargado, vuelvo a ella para volver a soñar.
Creo en el derecho, en la justicia y en las personas, así como, en la igualdad entre ellas. Creo en el ser humano, porque creo que el ser humano es el único que puede retroceder en sus decisiones, en pedir perdón y en cuestionarse que las cosas pueden mejorar o empeorar conforme tomemos una u otra decisión. No creo en la pena de muerte pero si en la pena de cárcel indefinida y que con picar piedra y abrir zanjas, el asunto de delinquir se pensaría dos veces. Que la rebeldía siempre ha existido y que seguirá existiendo para mal y para bien. Hay quien utiliza dicha rebeldía para mal y otros para bien.
Soy mujer de los pies a la cabeza, con todas sus consecuencias. Cuento más en mi entorno con mujeres que hombres, tengo compañeras y trabajadoras mujeres, amigas mujeres, y ayudo a la mujer a crecer, dejo la piel para que estudien y se formen. Pero no me quito para dejar paso a ningún hombre ni a ninguna mujer, no me creo superior a un hombre por haber nacido hombre, y no creo que una mujer sea inferior a mi por no haber estudiado.
En fin, no te creo hombre o mujer ni superior ni inferior a mi. Demuestrame que tú vales por tus conocimientos y por tus acciones.
Tu actitud habla de ti.
Ni feminismo ni machismo, Señoras y Señores, en el Siglo XXI, somos mujeres y hombres. Queda mejor decir pertenezco a una asociación de mujeres o de hombres que a una asociación feminista o machista. Como mujer no tengo que demostrar nada en este siglo y en este momento de la historia. Cada uno sabe quién es, lo que hace y lo que ha hecho.
La connotación feminista, como tal, debe quedar en la historia y debe entenderse como un revulsivo necesario que hubo en su momento para poder decir basta ya a la desigualdad tan grande que existía entre los seres humanos y que se denominó así por la historia en el momento que las mujeres se sublevaron por la igualdad. No fue una sublevación caprichosa, sino que lucharon por un lugar como ser humano y seguimos luchando por ser iguales a otro ser humano que era y es el hombre. Y no debiéramos demostrar que somos personas. No podemos seguir siendo rivales para ver quién es más inteligente, para ver si es el hombre más fuerte que la mujer o es más débil; no podemos luchar para demostrar que somos igual en mates que un hombre.
Yo no tengo que demostrar nada a un hombre ni a una mujer, como ejemplo voy a poner a mi hermano, un hombre de 41 años, para que nadie se ofenda:
Yo no soy buena en matemáticas, mi hermano si lo es; yo soy buena en idiomas y en lengua, mi hermano no lo es; mi hermano sabe hacer una comida espectacular, yo lo intento; yo dirijo una oficina, mi hermano lo intenta. Mi hermano es mas fuerte que yo; mi hermano le gustan las mujeres a mi los hombres. Mi hermano tiene hijos, yo no tengo hijos por decisión propia. Yo amo el derecho, mi hermano lo odia. En fin no somos perfectos, no somos iguales, no pensamos igual, nos respetamos, intercambiamos opiniones y mejoramos nuestra idea de vida con dichos consejos u opiniones. Pero no somos inferiores, ni superiores el uno o el otro, no soy más o menos que mi hermano. Somos iguales. Seres humanos, hermanos e iguales en todos los sentidos con nuestras limitaciones. Y como buena hermana considero que mi hermano, es mejor que yo en todo. Pero mi hermano como buen hermano considera que su hermana, es mejor en todo.
Cuando no debiéramos luchar ni demostrar nada en la actualidad, debemos recordar que muchas mujeres lucharon porque se les tratara como semejantes, no sólo en el trabajo, sino en el día a día; no sólo en la economía, en la producción (mucho antes que la Revolución Francesa), mucho antes la mujer luchó porque no se le tratara diferente al hombre. Y yo no quiero luchar en la actualidad para demostrar que soy diferente al hombre. Es que soy diferente a cualquier ser humano.
Con esas mujeres que lucharon estuvieron muchos hombres, unos en silencio y otros que pusieron voz a las necesidades de la mujer. Muchas mujeres murieron por querer ser un ser humano en las mismas condiciones, las trataron de locas, las trataron de brujas y por raro que parezca en este siglo XXI, las mujeres siguen siendo el mayor látigo para otras mujeres. Y somos las propias mujeres las que criamos a nuestros hijos, ¿las mujeres son machistas en sus expresiones, en su educación, en su día a día o son feminista en sus acciones y actitudes en la crianza de los hijos, en esa educación a los hijos?
Somos seres independientes y que juntos podemos ser muy buenos. Podemos crear y no destruir.
No creo que una mujer deba sentir celos de otra mujer, no creo que una mujer deba injuriar a otra mujer, no creo que las mujeres deban utilizarse y reírse de ellas mismas; no creo que las mujeres deban reírle la fiesta al que es “machista”, al que se cree que por ser macho puede tener todas las mujeres al servicio.
Porque ese sujeto no es hombre, es cualquier cosa menos ser humano con principios. Ese macho que utiliza a las mujeres como basura, que incluso les hace lamer sus pies, quemarle con cigarros el cuerpo, el drogarlas, maltratarlas y amenazarlas para tener sexo con ellas. Aquél macho que utiliza a una mujer para ello, es poco hombre. Poco hombre para enamorar, poco hombre para hacer sentir a una mujer, poco hombre para todo, es poco hombre hasta para los hombres y se avergüenzan los hombres de ese poco hombre.
El que viola, abusa, agrede, desprestigia, mal trata a una mujer, a un niñ@ o a un incapacitad@, tanto verbal como físicamente, que lo recuerde es
POCO HOMBRE, PARA LOS QUE SON HOMBRES.
Hay hombres que tienen todas la mujeres que quieran y nos las tratan como basura, no les hace falta chantajear, drogar, amenazar o mentir para tener sexo con una mujer. Sólo les hace falta ser hombres y mostrar sus cartas y el juego de la seducción con cariño y respeto. Como otra gran mujer, su madre, le enseñó. Porque lo que no se enseña y no se demuestra, no existirá.
No creo que se deba señalar entre las mujeres, y aquellas que dicen ser “feministas” son las primeras que ponen la chequera, o son aquellas que pronto se observan en determinados puestos y además son las que viven de la palabra feminismo a sabiendas que hay mujeres que lo están pasando mal, simples mujeres. Muchas mujeres que pueden estar en dicha lista de socias.
No podemos ser iguales, porque el hombre es un hombre y la mujer es una mujer, físicamente somos diferentes y como personas no tenemos la misma capacidad. Simplemente porque dos mujeres no tienen la misma capacidad, ni piensan igual, ni sienten igual, ni físicamente tienen la misma fuerza. Por este mismo hecho no somos iguales, no somos iguales ningún ser humano.
Si mezclamos las palabras educación, formación, ser humano, feminismo, machismo, hombre, igualdad, hijo, mujer, madre, discriminación, SI, respeto, capacidad, depredador, fuerza física, NO, talento, inteligencia, ayudar, hija, economía, hermano, trabajo, cobrar, vivir, morir, injusticia, sentir, reír, disfrutar, manada, llorar, cachetón, sueño, droga, diferente, tiempo, poco, hermana, siglo, superior, inferior, ser, amenaza, mentir, sexo, dependiente, confianza, padre e independencia, obtendríamos entre todas estas palabras lo que la sociedad piensa en estos momentos a raíz de la Sentencia de La Manada.
No voy a discutir la labor de los diferentes Letrados, que han realizado su trabajo con los medios y pruebas que han tenido en su haber. Ni siquiera discutir la labor de los diferentes Jueces que han tenido que redactar dicha Sentencia. Simplemente lo que voy hacer a todos aquellos que lean estas líneas y a los propios Magistrados redactores de dicha Sentencia, sólo voy hacer una reflexión: ¿este es el mundo en el que desean vivir?
Pues yo no quiero vivir en esta sociedad, en donde todo está permitido, en donde un grupo de individuos todos ellos bien machos, pueden ir en grupo violar a una persona y decir que es un abuso. Yo no quiero una sociedad donde haya una sentencia que PERMITA violar a mujeres y además haya una JURISPRUDENCIA que de la absolución a este tipo de personajes. Y abale a estas manadas.
Es muy difícil cuando trabajas en este campo el poder explicar lo sucedido en dicha Sentencia, porque no tiene explicación. Pero también tenemos otras sentencias más cercanas que también puede ser discutible. Hay mujeres que son juezas, deberían preguntarle a ellas qué les parece dicha Sentencia de sus colegas, y todo ello una vez que se ha visto el video sin cortes publicitarios.
No comprendo cómo diciendo un NO, hayan dicho o insinuado que “la chica gozó”; no puedo creer como hay comentarios en la red por “supuestos o posibles guardia civiles” que digan que “aunque soltemos espuma por la boca, fue abuso y no violación”; si esta Sentencia no se remedia, si las leyes no mejoran, si nuestros políticos no los pare una mujer sino un extraterrestre.
Entonces, si todos estos hombres políticos, policías, militares y jueces, no tienen hijos e hijas ¿qué tienen?, objetos sexuales y manadas, sería la respuesta.
No podemos tener un sistema político de pena, un sistema judicial de risa, donde al parecer desde cualquier punto de vista que lo miremos es que todo está permitido si tienes dinero o el apellido. Teniendo en cuenta la sentencia, nos hace pensar cómo ha ocurrido dicha sentencia, cómo se ha llegado a ese fallo, cuando la justicia no tiene amigos ni enemigos, simplemente es ciega y sorda.
Si en los países nórdicos, y no tan nórdicos, el hijo de un Ministro comete un error en la conducción o se emborracha, el propio Ministro deja su puesto político. Aquí en España, el padre busca el amigo para que lo indemnice y por supuesto, no culpable y para delante, que ancha es Castilla.
Yo no quiero para mis herederos, para los que heredan este mundo, un país de pandereta. Tenemos que saber el lugar que ocupamos cada uno y cada una. Debemos madurar con el paso del tiempo, yo no pienso igual que cuando tenía 20 años, pero tampoco pienso igual que en el día de ayer, a eso se llama madurar. Tener principios y cambiar y ajustarnos a la sociedad, sin equívocos pero manteniendo la dignidad y ese saber estar.
En su momento, tuve el placer y la suerte de hacer un Máster en la Universidad Europea de Madrid denominado “El Entorno Jurídico de la Empresa” varios profesionales y maravillosos magistrados, tanto en el plano concursal, como en otras materias. Maravillosos profesionales y seres humanos que puntualmente daban alguna clase magistral y nos enriquecían son sus vivencias y conocimientos en las materias. Impensable por mi parte conocerles en algún momento de mi vida y poder compartir, como he dicho, algunos de esos momentos.
De ellos aprendí muchas cosas, de ellos aprendí el amar aún más el derecho, y la que es hoy mi profesión. A amar la justicia y a creer en ella, a creer que si queremos cambiar nuestra vida podemos hacerlo, sólo hay que luchar. E intentar dar un guiño a la vida y volver a “revivirla” porque se puede y debemos hacerlo. Porque somos seres humanos que nos pudimos equivocar.
Conocí a muchos de estos jueces y me quedo con su cercanía y su pasión por la justicia, porque eran “jueces por vocación”, se lo pasaban bien siendo jueces y se lo pasaban bien formando a un grupito de inquietos profesionales, en el que tuve la suerte de estar.
De entre todos ellos conocí al Juez D. Francisco Javier Gómez Bermúdez, del cual me quedo con muchas de sus frases pero quizás alguna de ella me ha hecho reflexionar en estos días: “somos jueces desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, de lunes a lunes y somos personas con nuestros propios criterios, y quien diga lo contrario…miente y tenemos nuestras propias convicciones políticas y religiosas…. Somos personas”. “Y soy juez por vocación”.
Esas palabras, han podido pasar los años, pero se me han quedado grabadas, para saber que soy abogado de lunes a lunes, que he podido ser jueza y no he querido, y que he podido seguir siendo empresaria, pero no he querido.
Me gusta ser abogada por la misma razón que con 11 años le dije a mis padres que quería ser abogada, para ayudar a la gente. Que cuando pasó el tiempo maduraba la idea del “poder ayudar a la gente” y era poder ayudar a personas como mis padres o mis abuelos, personas que habían sido engañadas incluso por otros abogados.
Pero no he dejado de creer en el ser humano, sino he comprendido al ser humano que es abogado y que está cansado, que no es que haya dejado de amar su profesión, sino que está cansado de las circunstancias que envuelven la profesión.
Y aunque me guste estar despelucada los días de fiesta, o me guste ser camaleónica en las vacaciones, sigo siendo abogada allí donde vaya y esté. Y si puedo ayudar lo haré.
Y también pude conocer al Juez, el Sr. D. Carlos Lesmes Serrano, actualmente en boca de todos por la tan “atrevida sentencia de la manada”. Y por no condenar a los jueces por dicho fallo.
De él aprendí su rectitud, no era cercano pero era ser humano, mantenía la distancia con solo su mirada pero nos ayudaba a comprender y entender el derecho. Pero al final de la clase se supo reír de los comentarios de esta Canaria y un Segoviano, que vimos la persona que era: una persona recta y directa, donde aprendimos que si él decía no, era un no. Donde su mirada decía todo, y la que he visto estos días dice mucho más que sus palabras. No creo que esté de acuerdo con el fallo de la sentencia, pero el tiempo dirá qué pasos dará o cómo cambiarán las circunstancias legislativas.
Con él aprendimos a interpretar las diferentes normativas de antes y ahora, recuerdo un caso “el aborto”. Bastante polémico el tema, pero al cual no entró a dar su punto de vista el Sr. Lesmes, sino admitió todas las posturas y respondió en silencio a la libertad del pensamiento de cada uno de los que estaban en el curso.
Con todo ello sigo creyendo en la Justicia, en el Derecho, en el Ser Humano, creo firmemente en que todos somos diferentes y en la convivencia de las razas. Practico la libertad, mi libertad acaba donde empieza la tuya.
Quiero creer que no se compra ni con dinero ni con chantaje la Impartición de Justicia, y creo firmemente que el hábito no hace al monje, porque “esa manada” seguro que decían hola, buenos días, buenas tardes, usted, don, doña, perdón, disculpe, la puedo ayudar, excelentes hijos. Pero claro, la cara A y la cara B, pues yo sigo pensando que soy su madre y les quito mi apellido, a una mujer igual que yo, una semejante a mi, no se la viola, no es no, para ti y para mi, no significa no en todas las culturas. Aprende a tener sexo libre y consentido, y no ser un sinvergüenza que busca sexo con chicas bebidas o que las drogan. Sé un hombre, demuestra que no eres un capullo.
No podemos seguir en caída libre en España, no podemos continuar con estos asuntos que aturden y son de risa en todos los países. No podemos permitir una Monarquía corrupta, no podemos estar pendientes de los curriculums de nuestros políticos, de los sobres A y los sobres B, de los ERES, y no podemos pensar que si somos pobres la justicia nos mete en la cárcel y si somos de la Casa Real, nos vamos de copas con su Señoría. No podemos ir a la Justicia con un sobre o con un amigo, como cuando vamos al médico.
Desde estas líneas un aplauso para todas y cada una de las mujeres que han hecho posible que yo pueda escribir libre, incluso para las madres de esa manada, y para sus abuelas. Sobre todo para ellas porque van a tener que vivir con ello, igual que sus hijos. Porque van a tener que aguantar el clamor del pueblo, y porque van a tener que pensar cuántas veces lo habrán hecho sus hijos.
Un aplauso para todas esas mujeres que fallecieron por el camino para que hoy yo sea Abogada, para que puedan haber Juezas, para que puedan haber mujeres químicas y mujeres madres y amas de casa. Un aplauso para todas las mujeres que se han revelado ante tantas injusticias, mujeres de cualquier color político y religioso.
Un aplauso para todas mis compañeras de profesión, para mis compañeras de trabajo, para mis amigas, para mis conocidas, para las trabajadoras del supermercado, para las Juezas, para las Fiscales, para las trabajadoras de correos, para las maestras, para las trabajadoras de los bares y restaurantes, para las trabajadoras de minas, para las trabajadoras del transporte, para las trabajadoras de seguridad, para las mujeres policía (locales, guardia civiles…) para las detectives, para las modelos, para las de mensajería, para las que trabajan en las Administraciones Públicas, para las mujeres pilotos, para las mujeres que trabajan en sanidad, para las que son prostitutas, para las peluqueras, para las administrativas, para las que trabajan en la empresa privada, para las jefas, para las emprendedoras, para las universitarias, para las estudiantes, para las mujeres que nacerán libres y para todas aquellas mujeres que son madres, felicidades a todas ellas, felicidades simplemente por el mero hecho de ser mujer. Un aplauso para ti mujer, negra, blanca, amarilla, verde, azul, roja… en fin para ti mujer. Por ser mujer.
Y Gracias, gracias a todos esos hombres que son iguales en principios y en derecho, que creen que la mujer no es un objeto ni sexual ni de la cocina. Ni es una rival, sino una compañera de vida o de trabajo. Un gracias para aquel hombre que hace más fácil el trabajo de la casa a su compañera y un aplauso para él también por hacer feliz a su 50%. Gracias a todos esos hombres que simplemente son hombres y no machangos o poco hombres. Gracias a los hombres que con su fortaleza no la demuestran con fuerza, sino con abrazos para la mujer. Gracias a todos ellos por haberse hecho escuchar esta semana.
Gracias a todos ellos por caminar junto a otro ser humano que se llama mujer.